Y todo y nada cambió esa noche en que sus musas lo acompañaron durante horas. Podría decirse, incluso, que se sintió más solo que de costumbre; las odiaba, le hacían sentir dependencia. Y, sin embargo, allí seguían, como fieles amantes, esperando el alba.
Escribió su mejor obra y la olvidó al momento.
Escribió su mejor obra y la olvidó al momento.
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