viernes, 11 de octubre de 2013

Do you ever sleep?

I mean. Sleeping tight. Like, having no nightmares at all. No sign of shiverings. Resting in peace. Like a cold corpse.

Do you?

domingo, 21 de julio de 2013

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he vuelto

domingo, 10 de marzo de 2013

El candidato.




El candidato era el ideal. Perfecto, podría decirse. Tanto, que varios asesinos a sueldo habían intentado, en vano, acabar con su vida. Sin embargo, nuestro perfecto candidato cometió un error. Un gravísimo error, de esos que dejan huella y no se olvidan jamás. De algún modo, consiguió enterrarlo con una montaña de cadáveres, hábiles mentiras y grandes maletines. El mundo siguió girando y él logró su máxima aspiración; ser el presidente de los United States of the World, de forma limpia y democrática. Happy Ending.

viernes, 1 de marzo de 2013

La hora del recreo.

Mientras paseaba a mi perro, la mujer se me acercó. "¿Sabes si los niños ya salieron al recreo?", me preguntó, señalando el colegio detrás del muro a sus espaldas. Respondí afirmativamente. Me contó que quería asomarse y verlos jugar, que tenía una niña y no sabía en que colegio meterla. ¿Sería tan amable de ayudarla?. Me giré, hacia el paterre, y le acerqué una roca enorme para usar a modo de escalera. Me dijo que era muy buen chico, me bendijo, y su extraño moño desapareció por encima del muro.

miércoles, 27 de febrero de 2013

El mercado de la isla de los museos.

Aún siendo un veterano del lugar, jamás había experimentado una situación similar. La joven se le acercó, con ojos radiantes. No tenía dinero, pero quería, necesitaba, ese broche. El se hizo de rogar. Le triplicaba la edad. Finalmente cedió, con la excusa de "me recuerdas tanto a mi nieta"; la verdad era que jamás tuvo descendencia, y que los sentimientos que en él despertaba aquella joven eran una mezcla perfecta de pureza y los más bajos instintos humanos. Amor, al fin y al cabo. Ella se despidió, alegre, y no volvió a verla jamás.

domingo, 24 de febrero de 2013

De noche.

Volaba muy bajo. Casi a ras de suelo. El motor estaba en las últimas y las copas de los árboles acariciaban su estómago, dejando entrever su violento interior; cajas de mercancía, cableado, grandes vigas de metal. Expuesto como el cuerpo de un vagabundo en el anatómico forense.

Los niños corrían entre los árboles con el cuello roto de mirar hacia arriba. La estela roja del avión teñía el cielo y nutría sus sueños. Entre ellos el de vivir inolvidables aventuras lejos del hogar. De escapar, de una vez por todas. De encontrar un camino. El camino.

Una explosión los tiró al suelo. El se rompió la nariz contra una piedra, a ella se le saltaron dos dientes. Cuando se levantaron, ambos estaban sonriendo. La sangre maquillaba sus rostros radiantes. Tras un gesto de asentimiento apenas perceptible, ambos salieron disparados hacia el humo.

lunes, 28 de enero de 2013

Sobrevivir.

Quizá lo consiga. Quizá lo consigamos. Quizá salgamos de ésta y, con suerte, perdamos muy poco por el camino. Si tenemos suerte, nos habremos prostituido lo estrictamente necesario. Y nada importará al mirar atrás; no lo harán las atrocidades cometidas, ni el daño causado.

Porque habremos sobrevivido.

domingo, 27 de enero de 2013

El escritor.



Y todo y nada cambió esa noche en que sus musas lo acompañaron durante horas. Podría decirse, incluso, que se sintió más solo que de costumbre; las odiaba, le hacían sentir dependencia. Y, sin embargo, allí seguían, como fieles amantes, esperando el alba.

Escribió su mejor obra y la olvidó al momento.

sábado, 26 de enero de 2013

Una noche cualquiera.

Así que quieres saber cómo me hice la cicatriz que tengo en la cara. Es una gran historia. Acércate, pequeña, acércate un poco más, sin miedo, el gran Alejandro Prullansky es un persona honrada. No te hará daño. Acércate y deja que contemple la inmensidad de tus ojos, el nerviosismo de tu labio superior, déjale contemplar la forma tan delicada en que sostienes esa grabadora entre tus manos, déjale soñar con las cosas tan dulces que podrías hacerle con ellas... Acércate, y te contará una historia. A tí, solo a tí, pequeña de ojos grandes. Sabes, una vez tuve un amor. Aún lo tengo. Pero no está aquí, huyó. O huímos. Aún no lo sé. Me recuerdas a ella. Acércate, mírame a los ojos, no, no se te parece. Sin ánimo de ofender, ella es mucho más guapa. No sabría explicartelo. Ja!, el gran Prullansky, amo absoluto de la prosa contemporánea, sin armas con las que definir una belleza mortal, dirás. Pero es que no es mortal, ni siquiera es humana, es una belleza que carece de definición.

Acércate, y sí, te contaré la historia, a veces me voy por las ramas, pero la culpa la tienen esos estanques negros que llevas por ojos, me pierdo en ellos, me ahogo. Verás, ¿está grabando ese trasto?, bien, apunta; era una noche como otra cualquiera, tu humilde narrador conservaba la fuerza de la juventud, todos los pelos en su sitio, los cojones a la altura de la entrepierna, y un absoluto desprecio por la raza humana. Y sin embargo, ahí estaba, intentando saciar su pequeña necesidad social, rodeado de un pequeño grupo de grandes personas a las que osaba llamar amigos, en un cuchitril donde un ruido ensordecedor violaba a la palabra música y abortaba vientres con violencia. Ahí estaba el gran Prullansky, nuestro gran y amado protagonista, en una esquina, acechando, estudiando a sus congéneres, podríamos decir que se deleitaba con las interacciones sociales ajenas a su persona. Daba grandes sorbos a su copa y bebía como si estuviese sediento, como si se encontrase en medio del desierto y hubiese topado con un majestuoso oasis. Bebía.

Nuestro amado héroe (oh, qué gran persona Alejandro Prullansky, qué tipo más afable, qué porte) decidió salir a la calle a fumar un cigarrillo que no quería fumar y evitar así el contacto con cualquier persona/animal. Fumaba, y miraba al cielo, sus pensamientos se entremezclaban con las nubes negras que acosaban la luna y con las estrellas que servían, a alguien, de guía. Unos gritos lo sacaron de su ensimismamiento y casi grita PERO QUE DEMONIOS ESTA PASANDO cuando se dio cuenta de quien gritaba era una chica, mucho más joven que nuestro protagonista y también mucho más hermosa. Conservaba rasgos virginales que la convertían en un ser radiante, en una diosa de lo absurdo; tanta belleza, en la tierra, ¿por qué?, ¿qué sentido tiene a estas alturas?. Cuando pudo despegar su mirada de ella, esta sonó como un accidente de tráfico, como metal retorciéndose; una mirada hiriente. Una vez despegada la posó a escasos centímetros de ella, y encontró la causa de los gritos; un pequeño bastardo cejijunto de mirada airada increpaba diversas blasfemias contra ella. La agarraba con fuerza y ella intentaba zafarse. No quiso mterse, quiso seguir fumando, pero el mamífero de grandes cejas la atrajo hacía así, y en su camino tropezó con el hombro de nuestro protagonista el cual exclamó DE ACUERDO YA ES SUFICIENTE TE VOY A MOSTRAR MODALES MALDITO PRIMATE y soltando su cigarrillo lanzó un golpe errado. El primate, ágil como todos los de su especie, devolvió el golpe, que impactó sonoramente en el estómago del gran Prullansky, el cual lo encajó estóicamente.

Prullansky y el primate quedaron mirándose un segundo que pudo durar años y que sirvió para que en otra parte del mundo un anciano muriese unos gemelos naciesen y una pareja enamorada diese el sí quiero. Primate soltó a la chica y, ¿me estás escuchando pequeña?, atenta. Como decía, primate soltó a la chica y sacó de su bolsillo una pequeña navaja, de estas que se activan por resorte y hacen un sonido similar a SCHRHR cuando blanden el aire y esbozó una sonrisa macabra que Prullansky tomó muy a la ligera; ¿de verdad pensaba intimidar al mejor artista de la historia con semejante arma?, se sintió ofendido, y, siendo honestos, un poco nervioso. No hubo tiempo de actuar, nuestro HEROE se abalanzó sobre el primate, sin darle tiempo a reaccionar, y le propinó un duro golpe en su cráneo de nehandertal. Pequeñas gemas blancas quedaron esparcidas por el suelo, mientras un arcoiris carmesí ilustraba la escena a los recién llegados que hacían un tupido corro alrededor. La chica gritaba y gritaba y gritaba pero Prullansky estaba en su salsa así que antes de que el mono cayese clavó su rodilla en el estómago de este y recogió el afilada arma antes de que cayese al suelo, con la maestría que solo un gran artista de nuestra generación podría hacer gala.

El primate en el suelo, Prullansky de pie. El corro de gente pidiendo más. Prullansky se sintió transportado al circo romano y buscó al César entre el gentío; ¿debía mostrar clemencia o acabar con su miserable existencia?. Escudriñó los rostros con la misma intensidad que estos le escudriñaban a él, pero no encontró a ningún César en la sala. Decidió patearle las costillas, por pura diversión, PORQUE PODIA HACERLO y se inclinó a rebuscar en los bolsillos del mono. Le sorprendió que semejante desperdicio social fumase la misma marca de cigarrillos que él, pero lejos de enfadarse rió a carcajadas JAJAJAJAJA mientras encendía el cigarrillo y una vez las sirenas de la policía tiñeron el lugar de un rojo azul oscuro se mezcló entre la multitud y volvió a su casa andando; era un largo camino pero tenía cigarrillos gratis y el sabor a victoria en sus nudillos y rodilla.