viernes, 1 de marzo de 2013
La hora del recreo.
Mientras paseaba a mi perro, la mujer se me acercó. "¿Sabes si los niños ya salieron al recreo?", me preguntó, señalando el colegio detrás del muro a sus espaldas. Respondí afirmativamente. Me contó que quería asomarse y verlos jugar, que tenía una niña y no sabía en que colegio meterla. ¿Sería tan amable de ayudarla?. Me giré, hacia el paterre, y le acerqué una roca enorme para usar a modo de escalera. Me dijo que era muy buen chico, me bendijo, y su extraño moño desapareció por encima del muro.
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